Querida África:
Te escribo conteniendo la respiración por confirmar que la covid 19 no te ataca con saña. Me preocuparon muchísimo tus llamadas en los primeros días de la pandemia: si el virus se expandía, tus sistemas sanitarios no soportarían la presión y mucha gente iba a morir; si el confinamiento decretado en casi todos los países se prolongaba, muchas familias que viven de los ingresos diarios en la economía informal lo iban a pasar muy mal; si la población joven no conseguía ser responsable respetando las medidas de distancia social, la situación se podía volver dramática.
Desde aquí te queríamos transmitir confianza: la mayoría de tu población es muy joven, en muchos lugares hace calor y ambos factores no son beneficiosos para la transmisión de esta peste, pero hablábamos por hablar.
Mientras tanto nos ibas dando lecciones de serenidad, de prudencia, de dignidad, y vimos a las mujeres de Ecolo Femmes, en Lwiro, comprar cubos con grifos adosados para facilitar el lavado de manos, nos llegaron las acciones de Dialogue en Masvingo, repartiendo lejía en los slum, y los consejos de Mariama a la gente joven, en Thies, para que se quedara en casa.
Para este momento ya te has dado cuenta de que el blanco está desnudo; tan «listo» para todo tipo de colonizaciones, tan culto, tan rico, para que llegado el momento no nos hayamos sabido preparar. Muchas personas ancianas están muriendo solas, algo que tú nunca permitirías, querida África.
Estos días hemos pensado mucho:
Nunca más imaginar que podemos diseñar soluciones para ti desde aquí. Nuestra nueva palabra será Juntas.
Nunca más sentir que hay que hacer urgentemente algo por ti. Nuestra nueva palabra será Viceversa.
Nunca más incomprenderte por no entenderte. Nuestra nueva palabra será Diálogo, y también Riqueza, y también Diversidad.
Y para terminar, querida África, un deseo, que esta crisis nos obligue de verdad, de corazón, a comprometernos en crear un mundo distinto. Porque es po
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