El inicio de todo es la infancia, y este mes tiene un día dedicado a ella. El 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño; se fijó este día por ser aquél en que se adoptó la Declaración Universal de los Derechos del Niño en 1959 y el día en que se aprobó la Convención de los Derechos del Niño en 1989.La idea detrás de los días internacionales es poner la mirada en algún tema de relevancia y en este caso en los niños y niñas, para promover su bienestar. Muchas de las actuaciones que se llevan a cabo desde nuestra ONGD tienen como destino principal, o como uno de los más relevantes, el de las niñas y los niños en los lugares en los que se desarrolla nuestra actividad.
La Convención de los derechos del niño, de la que este mes se cumplen treinta y cuatro años establece una serie de derechos para las niñas y los niños, incluidos los relativos a la vida, la salud y la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia y la discriminación, y a que se escuchen sus opiniones. Estas ideas que parecen tan naturales resultaron novedosas en su momento, y con estas bases comienzan a producirse los cambios.
A día de hoy unos 333 millones de niños y niñas en todo el mundo, uno de cada seis, viven en condiciones de pobreza extrema, 50 millones menos que hace nueve años, según UNICEF. Esto supone que uno de cada seis niños en el mundo vive en condiciones de pobreza extrema. En cuanto a su impacto por zonas geográficas, en Africa subsahariana vive la mayor parte de niños y niñas (40%) que viven en pobreza y es la zona que mayor aumento ha sufrido en proporción durante la última década. Los datos recogidos en el informe de UNICEF ponen al descubierto que precisamente las niñas y niños son los más afectados por la pobreza, ya que representan el 50% de las personas en situación de pobreza extrema, a pesar de ser un tercio de la población mundial. Queda por tanto un gran recorrido en cuanto a la defensa de los derechos de la infancia.
En cada niño nace la humanidad y este Día Mundial nos sirve para poner una vez más la mirada en la infancia, recordar que el interés superior del menor es el que ha de regir nuestras acciones, y las de las instituciones.
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