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El Sahara Occidental es un territorio situado en el norte de África entre Marruecos, Argelia y Mauritania. Fue colonia española de forma oficial desde 1958 a 1975, aunque la presencia de España en el territorio es incluso anterior a la fecha en la que se celebró la Conferencia de Berlín (1884). La mayor parte del territorio es desierto y siempre ha sido habitado por tribus nómadas. Desde hace más de 40 años la soberanía del Sahara Occidental ha sido objeto de disputa y se trata de la única colonia africana que no ha pasado por un proceso de descolonización.

En 1975 España se retiró del territorio y en el mismo año fue ocupado por Marruecos y Mauritania, aunque este último se retiró del conflicto en 1979. Con la ocupación del territorio se originó una guerra entre Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro y Marruecos que duró alrededor de 16 años. Esta situación dividió a la población saharaui en dos. Una parte en el exilio, en unos campamentos de refugiados situados en Tinduf (Argelia); y la otra bajo ocupación marroquí en la parte del Sahara ocupado.

En este largo conflicto que ha atravesado la existencia del pueblo saharaui hay un agente que destaca y simboliza la lucha y resistencia del pueblo saharaui, la mujer saharaui. Analizar el papel de las mujeres saharauis es visibilizar las agencias de las “otras” mujeres frente a discursos que quieren presentarlas como víctimas pasivas y, por lo tanto, niegan su participación en sus sociedades y procesos históricos, es decir, reconocerlas como sujetos políticos. Cuando hablamos del sujeto político-mujer nos referimos a aquella que se erige desde la concienciación y el reconocimiento de que las situaciones de desigualdad y marginación no son inherentes a la condición humana, sino que son injustas y remediables, que se puede actuar para conseguir cambiarlas.

De este modo, la configuración de la mujer saharaui como sujeto político está muy relacionada con el proceso del conflicto. En un primer momento, colaboró con el movimiento de liberación en los años del colonialismo español realizando tareas de enlace y de concienciación política. Destacaban por un alto sentido patriótico anticolonial y una fuerte implicación en las históricas manifestaciones de 1974 en contra de la colonización española. Además, la consolidación del polisario como movimiento de liberación que concilia entre un socialismo árabe y tradiciones beduinas supuso un paso sustancial para las mujeres, ya que se le reconocieron derechos como el derecho a la educación y al voto. Asimismo, se reconoció su derecho a dar el consentimiento para el matrimonio. Desde esta perspectiva, resulta congruente el apoyo incondicional de las mujeres al movimiento de liberación, dado que implicaba que se sumaban a la lucha anticolonial de su pueblo pero sin renunciar al reconocimiento de sus derechos sociales como mujeres.

Además, politizaron sus roles tradicionales al ponerlos en el centro de su actividad política. En esta etapa las mujeres se encargaron de la totalidad de la administración de los campamentos, así como de la gestión de todas las labores del ámbito familiar y público, ya que casi todos los hombres estaban en el frente. De esta forma la mujer saharaui se encontraba en el centro de la organización social y política de los campamentos de refugiados, que se convirtieron en la base de la constitución política de la RASD y el gobierno en el exilio. Un hecho importante para las Mujeres Saharauis fue la constitución en 1985 de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS), una organización de masas integrada dentro del movimiento de liberación.
La organización se focaliza en alternar la lucha nacional por la independencia y la lucha por la emancipación de las mujeres. La UNMS se puede considerar una organización que tiene influencia del feminismo poscolonial; de hecho, unos de los lemas de la UNMS es “autodeterminación de los pueblos, autodeterminación de la mujeres”.

Lo mencionado anteriormente presenta a las mujeres saharauis como sujeto político activo en el conflicto, capaces de diseñar estrategias de resistencia en diferentes momentos del conflicto. Esto contradice el papel de víctimas pasivas que nos suelen presentar de las mujeres en contextos de conflicto. Aquí es donde se ve la dificultad que tienen las mujeres de visibilizar sus implicaciones políticas. Además, a la hora de hablar de la mujer saharaui hay que considerar determinadas variables, como son la lucha anticolonial del pueblo saharaui que constituyó el frente polisario; la guerra que ha durado alrededor de 16 años; un refugio prolongado de más de 45 años y aspectos culturales como pueden ser las tradiciones beduinas y nómadas del pueblo saharaui. Por lo tanto, hablamos de mujeres saharauis, africanas, árabes y en concreto refugiadas. Esto quiere decir que no sólo se trata de atender a dominaciones patriarcales, sino que también se trata de opresiones coloniales y capitalista. Asimismo, la mujer saharaui a través de su experiencia se ha configurado como sujeto político y de pensamiento, capaz de exhibir su autoridad y legitimidad en su discurso y vivencias.

Texto: Aichetu Besslan. Imagen: Beatriz Astudillo.