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El 9 de agosto se celebra el #DiaInternacionalDeLosPueblos Indígenas. Es fácil que asociemos las realidades de los pueblos originarios con palabras como #Tierra, #Derechos, #Explotación, #Recursos, #Lenguas, #Costumbres, #Etnia, y otras parecidas, porque continuamente tenemos noticias, aunque no salgan en la prensa generalista, de vulneraciones de sus derechos fundamentales.

Simultáneamente se oyen siempre “voces autorizadas” que parecen conocer la solución a estos problemas, o que se permiten teorizar sobre “lo que deberían hacer”, “lo que tienen que defender”, lo que “no pueden permitir” estos pueblos originarios.

No negamos que haya personas muy expertas, pero pensamos que el camino hacia el desarrollo, los que tenemos unos años lo hemos visto en nuestro propio país, es similar en todos los lugares del mundo, y pasa siempre por el acceso masivo a una educación de calidad. A partir de ese punto, formación de una masa crítica suficiente con un nivel de educación alto, cada país puede configurar su futuro.

Por eso, en Coopera Euskadi apostamos totalmente porque cada pueblo encuentre sus propias soluciones a problemas que, en un momento u otro de la historia, los demás pueblos también han tenido. Esto hace que, por una parte, la trayectoria hacia el desarrollo sea similar para todas la personas de todas las sociedades y, por otra, que cada solución tenga el marchamo del pueblo que la ha adoptado.

Al hilo de lo que decimos nos parece pertinente traer a este blog a Nanaia Mahuta, una de nuestras #MujeresInspiradoras, indígena maorí, actual ministra de Asuntos Exteriores de su país, Nueva Zelanda.

Nanaia Mahuta es una mujer indígena maorí, de la tribu Ngāti Maniapoto, que nació en la ciudad de Auckland, en la isla norte de Nueva Zelanda el 21 de agosto de 1970. Estudió en la escuela Kura Kaupapa Rakaumanga, en Huntly, y en la escuela de chicas de Waikato. En la universidad de Auckland intentó hacer la carrera de Derecho, aunque finalmente obtuvo un diploma en desarrollo empresarial maorí y una licenciatura y una maestría en antropología social; también trabajó como asistente de investigación a tiempo parcial y bibliotecaria a tiempo parcial hasta que, con 26 años, fue elegida miembro del Parlamento de Nueva Zelanda desde las filas del partido laborista, siendo reelegida en todas las elecciones posteriores. En sucesivos gobiernos laboristas ha ocupado los cargos de ministra del Desarrollo Maorí, ministra del Gobierno Local, ministra de Desarrollo y Juventud, ministra Asociada para el Medioambiente y ministra Asociada para el Turismo. En noviembre de 2020 fue nombrada ministra de Asuntos Exteriores de su país, la primera mujer en ocupar este cargo.

Desde los cargos que ha ejercido ha defendido diversas iniciativas: para la protección de la costa y de los fondos marinos, proponiendo un modelo financieramente sostenible para la inversión y la gestión de activos de la infraestructura del agua, así como creación y adopción de infraestructura verde para la gestión de aguas pluviales, el diseño urbano inteligente y, lo más importante desde nuestro punto de vista, ha sido portavoz en las negociaciones del Tratado de Waitingi, por el que se reconocieron las peticiones de satisfacción y reparación de agravios a la población maorí por parte del gobierno neozelandés y la corona de la Commonwealth. También ha intervenido a favor del reconocimiento de formas de gobierno propias del pueblo maorí y de la participación de éstas en el gobierno nacional.

En el año 2016 se hizo un tatuaje facial tradicional maorí (Tā moko) reivindicando de esta forma una práctica ancestral que constituye una seña de identidad maorí, que ella y otras muchas querían recuperar; fue la primera mujer en el parlamento neozelandés con este tatuaje. «Es una declaración de identidad, como un pasaporte (…) Estoy en un momento de mi vida en el que estoy lista para hacer una declaración clara de que esto es lo que soy, y esta es mi posición en Nueva Zelanda» dijo. La parlamentaria explicó que el tatuaje ha modificado su manera de estar en el parlamento: «Ha resultado muy interesante. La gente te mira de un modo diferente. Es un indicativo cultural y transmite con toda claridad, cuando estoy sentada en torno a una mesa, que represento determinado modo de pensar”.

En la cultura maorí, el tatuaje refleja la whakapapa (ascendencia) y la historia personal de un individuo. «Ha habido varios momentos clave en mi vida y me pareció lo correcto marcarlos de modo que supusieran una declaración positiva sobre mi identidad», explicó Nanaia Mahuta, «Quién soy, de dónde vengo y la contribución que deseo continuar haciendo. Cuando me lo hice, me sentí increíblemente calmada. Sentí como si siempre hubiera estado ahí». El moko de Nanaia marcó el aniversario de la muerte de su padre y su diseño incorpora los patrones de los relieves tradicionales de su tribu, los Ngāti Maniapoto, pero también se quiso hacer el moko para inspirar a su hija de tres años. «Como mujer maorí joven, quiero que mi hija sepa que lo tiene todo al alcance de la mano, solo tiene que estirar el brazo y cogerlo». Y también para borrar las connotaciones negativas del tatuaje, ligadas a su uso por individuos asociados en bandas criminales.

Esta es Nanaia Mahuta, que con su trayectoria está creando un camino más amplio para las jóvenes indígenas de todo el mundo desde una posición de éxito y de poder real al servicio de su país.La cultura maorí fue suprimida durante el intento de asimilación de los maoríes por los británicos; después de la II Guerra Mundial se desalentó el uso del idioma maorí en las escuelas y centros de trabajo, con lo que quedó relegado a algunas comunidades ubicadas en zonas remotas. Este proceso se ha podido revertir gracias a medidas especiales de reconocimiento y revitalización.